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Aire más respirable en las profundidades de la tierra
Aire más respirable en las profundidades de la tierra
Un nuevo vehículo eléctrico es un soplo de aire fresco para los trabajadores de la mina de Atacocha en la región central de Perú.
En el corazón de la cordillera de los Andes, la mina de Atacocha serpentea las profundidades de la tierra, con galerías ricas en zinc, plomo y plata. Han pasado 80 años desde la excavación del primer túnel y la mina recorre ya un kilómetro montaña abajo.
Cuando la gerencia de Nexa se dispuso a abrir un nuevo túnel de comunicación para mejorar el acceso a los niveles de producción de la mina, Epiroc les propuso una cargadora eléctrica con batería, la Scooptram ST7 Battery.
Hasta entonces, el personal y los equipos tenían que subirse a una altura de más de 4.000 metros para llegar a la entrada principal, y desde ahí descender la rampa de siete kilómetros hasta sus lugares de trabajo, un trayecto que podía durar incluso una hora El túnel nuevo, situado 700 metros más abajo, redujo el tiempo de desplazamiento a solo 30 minutos. Excavar el túnel de 2,2 kilómetros con un único acceso entrañaba una gran complejidad a efectos de mantener la calidad del aire.
Las potentes máquinas usadas para perforar, elevar y sacar las rocas de la mina emitían una mezcla tóxica de monóxido de carbono, óxido de nitrógeno y polvo fino con graves efectos para la salud de los trabajadores.
En palabras de Yordan Rojas, un veterano de Atacocha con catorce años a sus espaldas: "El motor diésel es muy sucio y genera tanto humo que a veces no podemos ni trabajar".
En gran parte de la mina, un enorme sistema de ventilación garantiza un flujo de aire continuo que dispersa el aire sucio. Pero en los túneles cerrados, los contaminantes se acumulan rápidamente, con los consiguientes riesgos para la salud.
En estas condiciones, los operarios trabajan en cabinas herméticas, mientras que el resto debe esperar 30 minutos mínimo para que los gases se dispersen y poder acceder a la zona de trabajo con garantías para la seguridad. Los motores eléctricos con batería no generan emisiones, por lo que no entrañan las mismas dificultades que los diésel para trabajar en condiciones de confinamiento. Sin lugar a dudas, la propuesta de Epiroc fue de lo más oportuna. "Era justo lo que necesitábamos en aquel momento", recuerda Ludwig Esteban, gerente de mantenimiento de Atacocha.
Desde su llegada al emplazamiento en enero de 2018, el vehículo eléctrico ha sido el mayor acierto de la gerencia, y los operarios siempre desean que les toque poder conducirlo.
Según Rojas: "Nunca he visto una máquina igual... No hay contaminación, no hay gases. Es más cómoda para el operario y para todos".
El Scooptram ST7 Battery ha demostrado estar a la altura de su homólogo diésel, capaz de empujar y elevar toneladas de roca con facilidad. Un brazo más largo permite cargar los volquetes sin necesidad de plataforma alguna.
Los vehículos eléctricos ofrecen otras ventajas. Al contrario que un motor de combustión, el motor eléctrico apenas genera ruidos cuando se conduce por los túneles embarrados de la mina, por lo que los mineros sienten el alivio.
Tampoco genera grandes cantidades de calor, toda una ventaja si tenemos en cuenta que en las profundidades de la tierra pueden alcanzarse hasta 30 ºC.
El único "pero" es que, a diferencia de un diésel con el depósito lleno, la batería del Scooptram ST7 Battery no ofrece tanta autonomía como para soportar todo un turno de 12 horas, y debe cambiarse tras cuatro o cinco horas de uso.
No obstante, cambiar la batería es my fácil. Tras que un técnico de Epiroc se desplazara hasta la mina para explicar cómo hacerlo, Rojas y sus compañeros ya pueden cambiar la batería en unos 15 minutos. Por otra parte, al prescindir de combustibles y lubricantes, los costes operativos son menores, y los camiones cisterna no tienen que realizar tantos peligrosos viajes a la mina.
El Scooptram ST Battery se recarga con la energía de la planta hidroeléctrica de Nexa, lo que también contribuye a reducir la huella de carbono de la empresa.
Con unas ventajas tan obvias, no causa sorpresa que el sector minero esté apostando por electrificar su flota de vehículos especializados a la mayor brevedad.
Esteban explica que Nexa tiene intención de electrificar toda su flota en el plazo de cinco años.